miércoles, 5 de marzo de 2014

Lacey Alexander

Brenna Cayton no necesita un hombre. Al menos, eso es lo que sigue diciéndose a sí misma. Entonces, su jefe la manda a un viaje a Las Vegas para asegurarse de que Damon Andros —el hombre más sexy de toda la industria de la música— satisface su imagen de chico malo.
Pero antes de que se dé cuenta, el negocio se convierte en un placer extremo, cuando Damon saca a la luz su lado más travieso, y hace realidad cada una de sus fantasías más salvajes. Ahora solo tiene siete sensuales noches para cometer cada pecado que se le presente.
Porque puede que una vez que Damon descubra su sucio secretito, no esté dispuesto a volver a satisfacer su lujuria…

Sufriendo de un bloqueo de escritor y sin un amante para hablar de ello, la novelista Laura Watkins está en un estado de ánimo depresivo. Ella necesita una escapada y una liberación rápido. Afortunadamente, ella encuentra ambas en un retiro a la casa aislada de un amigo en Colorado. Es suya y solo suya por el tiempo que lo necesite. Entonces ella se encuentra con la webcam, y su curiosidad se despierta. Así que es su fantasía secreta -ser observada por un extraño.
Su nombre de pantalla es Aviador. A él le gusta lo que ve. Él quiere abrirse a ella, también. Ahora, ellos están a sólo un clic de distancia de explorar después de horas un juego de exhibicionismo y voyeur donde todo vale. Pero ahora es el momento de dar un paso más -mediante la reunión en la carne. Esta vez, sin reglas, sin límites, y absolutamente nada que se interponga entre ellos...

Emily le encantaría para calentar la Navidad de Simon con algo más que el chocolate caliente y castañas asadas. Pero su dormitorio bien podría ser el Polo Norte, gracias a su tendencia a congelar en el umbral de sexo. Ambos se sienten escondida sexual side-el truco es dejarse tan traviesa como ella está muy bien. La tensión en su relación está empezando a mostrar, y si va a haber alguna posibilidad de un beso de Año Nuevo, que será mejor que averiguar cómo hacer merry-rápido. A partir de unas cuantas lecciones de la lujuria. Luego de dar a Simón el regalo perfecto mostrándole lo malo que puede ser.

Gracias a Magui.



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